La
palabra DIETA viene del latín ‘diaeta’, y éste del griego ‘δίαιτα’ (‘diaita’).
’Diaeta’
era “régimen”, y también podía designar “cuarto, salón”.
En
griego ‘diaita’ significaba igualmente “régimen prescrito de alimentación”,
pero era un uso específico dentro del genérico que esta palabra poseía como “modo
de vivir”, “método de vida” y, en definitiva, “vida”.
Por
último, y para destacar el significado en este sentido global de “VIDA”, ’diaita’ era además “vivienda, residencia”, acepción que
compartía con el verbo de la misma familia léxica y que ni el latín ni el
castellano lo heredaron: el verbo ‘diatao’ que significaba “conservar la vida, cuidar
la salud; habitar”.
Por
tanto, una DIETA es una MANERA DE VIVIR SALUDABLE, no sólo una manera de comer.
Que
en la Antigüedad una DIETA no se refiriera exclusivamente a la comida, a mí me
da mucho qué pensar y, más aún, me da claves para comprender una de las
palabras que más esclavizados nos tiene en nuestra vida cotidiana.
“Mañana
empiezo la DIETA”. Esto a oídos de un griego en la Antigüedad sonaría algo así
como “Mañana empiezo la VIDA”.
Si
una dieta era originariamente una manera de vivir, la manera de alimentación era
también para toda la vida. Para conseguir esto, se tiene que fijar una meta
realista donde sea necesaria la aceptación del cuerpo. Es decir, no voy a
utilizar una dieta para conseguir una talla 36 si soy de una talla 40. Si hago
esto, entonces es cuando la dieta no se puede, lógicamente, mantener,
convirtiéndose así en transitoria, frustrante e ilusoria, y, por supuesto, en
mi amo, fiel servidor de un único canon preestablecido de belleza, y no al
servicio de la salud.
Es
lógico, por tanto, que fracasen muchas dietas que empezamos y que nos bombardean
con tal fin. Es, en realidad, una continua negación de nuestro propio cuerpo y
una frustración continua al no llegar a una talla inalcanzable, y que cuando la
alcanzas, es de una manera temporal: tanto como dure nuestra ‘fuerza’ de
voluntad.
La
alimentación es una de las fuentes esenciales de energías para garantizar una
vida sana y feliz. Una alimentación equilibrada hace posible el buen
funcionamiento del cuerpo. Un cuerpo que es diferente para cada uno. Estar sano
y aceptar la propia naturaleza del cuerpo son los ejes fundamentales para
establecer una manera de comer saludable.
Gracias
a los griegos, aprendo que una DIETA es una MANERA DE VIVIR PARA TODA LA VIDA. Debe
encaminarme a la felicidad. Un modo de vivir saludable que no se basa
exclusivamente en la alimentación, sino también en el ejercicio físico,
emocional, intelectual y espiritual.
Al
entender esto, comprendo cómo los antiguos griegos y romanos lo tenían más
claro que nosotros ya que se esforzaban con plena dedicación en equilibrar:
-su
alimentación con variadas y comidas naturales;
-cuerpo
y mente con ejercicios físicos habituales (Mens
sana in corpore sano).
-emociones,
sentimientos y espiritualidad con la práctica de la filosofía y la literatura.
La
‘dieta’ grecolatina de la que viene la nuestra es mucho más amplia.
No
es sólo tu ‘manera’ de comer.
Es
TU modo de ejercitar el cuerpo, TU modo de sentir, TU modo de emocionarte, TU modo
de reflexionar, TU modo de meditar.
Es
TU modo de VIVIR. Es TU manera de VIVIR.
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