Del latín PYRŌPUS, y éste del griego 'πυρωπός', compuesto de ‘πυρ’, “fuego” y ‘ωπός’, “ojo”.
Eso es un piropo: “fuego
en la mirada”.
Sé que muchos de vosotros, dado que mi postura
feminista es manifiesta en las redes, habréis pensado que este texto, escrito
con tintes de tal movimiento, iba a denostar y a tirar por el suelo este
concepto.
E incluso, algunos y algunas -y aquí hago significativo énfasis en la distinción
de género-, ni siquiera lo querrán leer,
motivados por el mismo ‘pre-juicio’.
No. Os voy a defraudar.