“¡Qué ‘a-gobio’, de nuevo al ‘tr-abajo’!”


          Cuando doblo estas palabras, me devuelven una joroba y un aparato de tortura. Muy tormentoso, pero no menos esclarecedor.

          “Agobiar”, de ‘ad-‘ (hacia) y ‘-gibbus’ -o ‘gibber’- que significa joroba.
          No existía propiamente en latín, sino que fue una posterior formación romance.              Literalmente significaba cargar a alguien con el peso de una joroba (símbolo de la actividad o esfuerzo excesivo), y por tanto, deprimir, molestar gravemente o rebajar a alguien.

          “Trabajo”, de ‘tri-‘ (tres) y ‘-pallium’ (palos), era en latín un yugo hecho con tres palos en los que amarraban a los esclavos para azotarlos.
          Se relaciona así esta palabra con “sufrir” ya que se aplicaba a cualquier actividad que producía dolor en el cuerpo.

          Y es que para estos últimos días de vacaciones e inminente vuelta al ‘tr-abajo’, nada mejor que un cambio postural, irguiendo bien la espalda, para dejar de cargar con semejante joroba, y, así, ‘re-cordar’ (pasar por el corazón) que ya no va uno a que lo azoten encadenado a tres palos, sino a desempeñar su cotidiana obra para bien común: su ‘o-ficio’ (‘of-ficium’: ‘opus’, obra + ‘facio’, hacer).


            

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