HUM-ILDAD




            Cuando doblo esta palabra, la figura que me devuelve es la tierra que piso.

            Del latín ‘humilitas’, contiene la palabra ‘humus’ que significaba tierra, y no pobreza o humillación como muchas veces se nos presenta o entendemos.
           
            En la antigua Roma se llamaba ‘humiles’ a los que tenían baja condición social porque eran los que se postraban en el suelo, en la tierra, conscientes de su bajeza ante otro/s superior/es a ellos. Está presente ‘tierra’ en humildad porque tenían una posición más próxima al suelo.

            Por tanto, en esta época no tenía el significado de virtud (opuesta a la soberbia) que sí que tenía la palabra ‘modestia’, escrita igual en castellano, que significaba “sumisión a unas normas, mesura y moderación”, es decir, contención en el actuar.

            Es a partir del s. IV después de Cristo, cuando la literatura cristiana va a dotar a la palabra ‘humilitas’ de tintes parecidos a una virtud.

            Muchos sostienen que esto fue un claro afán de dignificar a las gentes de condición humilde, pobres, pues en ellos masivamente el cristianismo tenía a sus seguidores. Sin embargo, si continuamos atendiendo a su etimología, creo que la elección de esta palabra como virtud no se basaría tanto en su sentido de pobreza, como en el de suelo. Porque es el ‘humilis’, y no necesariamente el pobre, el que sabe reconocer la tierra (la naturaleza, Dios) a la que pertenece:
            -tanto por estar más próximo a ella,

            -como por postrarse aceptando así que no es él el superior a nadie.



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